lunes, julio 25, 2005

Día de recuerdo, malos recuerdos



Cielo inerte, fría naturaleza, dolor incondicional, ¿por qué llegaste?. Este domingo cambió, el cielo se tornó rojizo, al igual que mi cara; la sangre corre por mi mano, y el dolor por mi desolada mente, malos recuerdos de tiempos de antaño, depresión guardada en un lugar escondido, me hago presa fácil de esta, me toma, me mueve, el cielo se convierte en una mixtura de sangre y recuerdos añejos y lloro, lloro en la eternidad esperando por una felicidad soñada, aquella que tanto anhelo, la cual nunca llegará.

Estoy destinado a la infelicidad, es mi condena, mi condena la cual no pude elegir. Me parapeto en esta inmunda y lúgubre habitación, por la ventana se deslumbra el color azul que el resto de los mortales aprecia, pero que para mí sólo pasa a ser una utopía, algo que no podré lograr, es mi destino y sé que no hay nada más, deberé conformarme con la infelicidad, esa que me carcomen los pies.

El tip-top se convierte en mi mejor amigo, lo saco de mi estuche, lo miro. Le saco la punta, la miro, me saluda, espera con ansias poder cortar un pedazo de esta enorme masa llamada yo, se acerca, comienzo a temblar, el miedo me invade, pero es incontrolable, es más fuerte que yo, toca mi piel, la traspaso, se acerca a mi carne, la toca, el pánico es mi compañero en estos cruciales momentos, me penetra el cuerpo, siento la punta, que me atormenta, es un dolor increíble, el miedo es más fuerte, me lo saco de encima lo lanzo contra el suelo, ahí está, el rojo ensangrentado, mancha el suelo.

Mis manos se tornan rojas, el pánico nuevamente me invade, no sé qué hacer, a quién recurrir, no puedo salir de mi pieza, el cerrojo está con llave, tomo un trapo de sacudir que se encuentra en mi estante, me tapo la mano y hago presión, miro la jungla en la que me encuentro, todo parece distinto, las fotos, los cuadros y recuerdos me miran con burla, estoy siendo observado por unos seres que normalmente no existen en mi cabeza, siento que se ríen, me atormentan y yo sigo aquí cada vez más dormido, pero cada vez más despierto, pienso en cosas que no pensaba antes, lo poco que he logrado en mi paupérrima vida y por otro lado, las grandes desilusiones vividas a través de estos tristes y desolados años, todo se complementa y se une en esta estropeada alma.

Mi cara también es presa de mi desenfreno, se encuentra llena de rasguños y hematomas, está hinchada, parece un charco, más bien un río cuyo caudal son mis lagrimales, desde que entré a mi habitación no ha parado de correr, mis recuerdos navegan en este caudal, aprovechan la época para flotar con intensidad, se desahogan, me desahogo, está llegando el periodo de estío, mis recuerdos fluyen con menos intensidad. El riachuelo desaparece, sale el sol, pero no es un sol, que logre calentar el ambiente, sólo logra opacar el estado nival de mi “psiquis”. Los malos recuerdo desaparecen y quedan escondidos esperando florecer, en la próxima época invernal. Me siento un poco mejor, enciendo el computador y relato lo sucedido.

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