¿Dónde quedó el control"
¿Dónde quedó el control?
Cuando la pantalla se prende y el control remoto se estresa entre zapping y caídas espontáneas al suelo. Cuando saltan las pilas AA y la cama queda allanada en busca de aquellas baterías vitales. Cuando Amaro Gómez-Pablos nos cuenta “sus noticias” o Alejandro Guillier nos comenta “sus libros”. Es ahí cuando el iris ocular se engrandece, las neuronas se condensan, pero al tiempo descansan. Y es ahí cuando me doy cuenta que somos unos esclavos de la televisión, que no podemos vivir sin que nos cuenten qué pasa en el mundo globalizado y bombardeado por noticias y seudonotícias. Lo peor es que en este Senegal medieval mediático sabemos qué es lo que sucede, pero a la vez no sabemos que sabemos. ¿Difícil no?
Y es que la omnipotencia de los medios se ve reflejado en sus conductores, directores y productores, los cuales manejan a destajo qué decir, pero por sobre todo qué ocultar. Son quienes tienen el control mayor para darles a conocer a sus “teleinvidentes” cuál es la mejor propuesta, tanto noticiosa como de las otras áreas.
Aquellos divos televisivos son venerados cuan becerro dorado en medio de la desazón de este desierto. Y tan fáciles y moldeables como un “alcancía” de Pomaíre.
Por esta razón es que no es difícil entender por qué los políticos se convirtieron en los nuevos rostros televisivos, los que además de ser quienes deben conducir el país, son además los nuevos panelistas de los programas chilenos, en donde pelean cara a cara por un cupo en la parrilla programática de los medios nacionales.
La televisión en particular y medios de comunicación en general, manejan a la perfección las mentes de millones y millones de personas en el mundo, y el pertenecer a ellos implica una tácita jerarquía valórica y moral.
Podrás decir que es paranoia, que no es para tanto, pero tú, lector, ¿has vivido sin televisión más de 2 días sin perder el control?.
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